lunes, 27 de febrero de 2012

Pies descalzos

Bueno, la verdad, es que ahora no voy a venir y poner en esta entrada un poema sobre lo que es sentir la arena bajo los pies, tu mirada fiel...(nunca supe cómo hacia para ver si una mirada es alegre y con un pasado oscuro y yo que sé, yo solamente veo ojos, qué más voy a ver, si son ojos).
Lo que pasó hoy, para que yo me pusiera a escribir sobre un tema tan poco común, fue que mientras caminaba libremente por mi casa, rumbo a aquel hermoso cubo estirado(no sé cómo se dice cuando un rectángulo es 3D) de color blanco, con una hermoso manija, que al abrirla conduce a... ¿medio tomate y una hoja de lechuga? Y sí, mi heladera es medio pobre, entiendo que hay que cuidarse y yo que se, pero ni siquiera tiene una galletita usada(cosa repugnante que no comería de todos modos). Retrocediendo a la rama principal, les contaba que estaba dirigiendome a mi pobre heladera, que esta más flaca que una lombriz, se interpuso en mi camino áquel enorme monstruo que a veces(sólo a veces) se vuelve tierno y bonito llamado: mamá. Y me dijo(como tantas otras veces), con un tono que asusta a cualquiera(excepto al que esta acostumbrado y sabe callarse y decir''Bueno má''):
-¡Medias y zapatos!
La cosa es que mi mamá no me deja andar descalza por la casa, no se si es porque no quiere que me resfríe y tener que aguantarme una semana sin ir a la escuela y en cama, o porque no quiere tener que llevarme al hospital si me lastimo con algo. Entonces, cada vez que me ve transgrediendo la regla intrasgredible que logro transgreder, grita su frase célebre nombrada ya antes.
Si les soy sincera, me tiene podrida, por eso nunca le hago caso y siempre es la misma historia:
transgredo la regla→ me ve→ me grita su célebre frase→ le respondo ''sí, má'' como chica valiente que soy→ me pongo las medias y:
5 minutos después....
Rompiendo reglas otra vez→me ve →me grita y asi se forma el famoso: círculo vicioso madre-hija :)
Bueno, creo que por eso más que nada escribo está vez: es una queja para todas las madres que no dejan a sus hijos sentir las diferentes texturas de su piso.


Conclusión: Caminar descalzo no es un pecado sino una forma de ser libre, total las que nos tienen que llevar al hospital si nos pasa algo son las madres.








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